¡¡ Ay que ver cómo cambian los tiempos !!
Cuando yo era niña no sabia lo que era eso de Haloween. Se celebraba la fiesta de Todos los Santos el día 1 de Noviembre, y el día 2 era el día de las Animas Benditas. Durante la semana anterior las mujeres iban al cementerio a limpiar y blanquear las tumbas de nuestros familiares difuntos, para que ese día lucieran sus mejores galas, adornadas con flores frescas.
Ese era el día en que los niños estrenábamos el abrigo nuevo de los domingos para el invierno, y por la mañana íbamos con nuestros padres a escuchar misa en el cementerio.
Después, de camino a casa nos pasábamos por la pastelería para comprar los BUÑUELOS DE VIENTO o los HUESOS DE SANTO, que siempre fueron los dulces típicos de estas fechas (yo nunca llegué a probar los Huesos de Santo porque el nombre y la forma de daba repelús, pero los buñuelos siempre me han encantado). Por la tarde volvíamos al cementerio esta vez con las amigas, y nos pasábamos la tarde leyendo en las tumbas los nombres, fechas, y edades en que habían fallecido los que descansaban en ellas. LLamaban mucho la atención los panteones de las familias más pudientes dentro de sus casitas.
Las más atrevidas se acercaban a un agujero que había en el cementerio y que hacía las veces de osario donde se almacenaban huesos y calaveras a la vista de todo el mundo (yo procuraba no mirar mucho, porque si no, después tenía pesadillas).
Y por la noche, en la televisión siempre ponian la obra de teatro "DON JUAN TENORIO" de José Zorrilla.
Así era antes la fiesta de Todos Los Santos. Ante todo lo más importante era recordar a nuestros seres queridos que ya no estaban con nosotros con el mayor respeto.
Ahora, a los niños pequeños los disfrazamos de fantasmas, brujas, bampiros. En el cole decoran calabazas, y los niños van por las casas pidiendo caramelos.
No es que me disguste que las cosas cambien, pero me gustaría que no se olviden nuestras costumbres y que nuestros niños sepan que la verdadera esencia de ésta fiesta es el recuerdo de nuestros antepasados. Yo, este año no he podido dedicar todo el tiempo que quería, para limpiar la tumba de los míos, pero no se quedó sin sus flores, y en casa no han faltado tampoco los buñuelos, aunque anduve un poco escasa de tiempo, y me habría gustado hacer algunos más, pero pude hacerles unas fotos, y aquí os dejo la receta...
INGREDIENTES:
170 grs. de harina de repostería.
1/2 cucharadita de levadura Royal
250 grs. de agua
50 grs. de mantequilla
50 grs. de manteca de cerdo
1 pellizco de sal
1 cucharadita de azúcar
4 huevos grandes
Aceite de girasol para freir
Azucar glas para espolvorear
Canela molida para espolvorear (opcional).
PREPARACION:
Tamizar la harina junto con la levadura, y reservar.
En un cazo poner el agua, la mantequilla, la manteca, la sal y el azúcar. Ir calentando poco a poco hasta que se funda todo, y llevar a ebullición.
Apagar el fuego, echar la harina que teníamos reservada de golpe, y mezclar bien.
Mientras se enfría un poco la mezcla, ir batiendo los huevos un poco en un bol.
Añadir los huevos poco a poco mientras se va mezclando todo.
Cuando toda la masa este bien mezclada dejar reposar unos diez minutos.
En una sartén ponemos abundante aceite a calentar ( yo suelo usar de girasol, porque el sabor es más suave, pero se puede utilizar de oliva), y sin que el aceite esté demasiado caliente con la ayuda de dos cucharitas ir echando porciones del tamaño de una cereza. Hay que apartarlos un poco del fuego para que inflen y después volver a ponerlos para que se doren. Es muy curioso ver como se dan la vuelta ellos sólos.
Dejar enfriar sobre papel absorvente, antes de rellenarlos.
Yo suelo rellenarlos con nata o crema pastelera. Tambíén están muy buenos sin rellenar.
Después espolvorear azúcar glas o canela por encima....